Juan (nombre protegido), médico de un hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), en Riobamba, fue vacunado el 26 de enero con la primera dosis de Pfizer contra la Covid-19.
El refuerzo debían ponérselo el 16 de febrero, un día antes de que el Gobierno anunciara que un segundo lote de vacunas llegó al país, por lo que la incertidumbre y la falta de información de las autoridades sobre la segunda dosis comenzó a preocuparle.
“Sé que el porcentaje de inmunización se pierde. Estaba preocupado pero que bueno que ya hay dosis, aunque aún no me han vacunado”, cuenta Juan, tres días después de la fecha en que necesitaba el refuerzo.
Hasta 42 días, en casos extremos
A mediados de enero, las farmacéuticas Pfizer y AstraZeneca anunciaron retrasos en la producción de sus vacunas.
La primera firma explicó en un comunicado que «está trabajando duro para entregar más dosis de las inicialmente previstas para este año» y que debe modificar el proceso de producción para incrementar su capacidad, lo que «requiere de aprobaciones regulatorias adicionales».
Por otro lado, AstraZeneca informó a la Comisión Europea que, tras la aprobación de su vacuna contra el coronavirus por parte de la Agencia Europea del Medicamento (EMA), no podrá entregar inicialmente la cantidad de dosis prevista.
Una de las principales preocupaciones de los gobiernos que iniciaron la vacunación era no tener los refuerzos dentro de los 21 días establecidos.
Ante esto, la Organización Mundial de la Salud (OMS) y los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. (CDC, por sus siglas en inglés), señalaron que la segunda dosis de la vacuna se puede administrar hasta 42 días, o seis semanas después de la inoculación inicial.
Sin embargo, aclararon que esto debía ocurrir en casos ‘extremos’, por lo que instaron a la correcta distribución de las dosis, pues al colocar la primera y no la segunda, dentro del tiempo, el porcentaje de inmunización podría perderse (ver relativa).
El tiempo es importante
Saskya Lemus, infectóloga, explica que la segunda dosis permite alcanzar más del 90% de efectividad, mientras que la primera dosis, por sí sola, alcanzaría un 55%.
La inmunidad al 90% se lograría 14 días después de la colocación de la segunda fórmula, aunque destaca Lemus que no hay datos exactos sobre el tiempo.
Si no se cumplen los plazos, Lemus señala que podría haber riesgos que perjudiquen el proceso de vacunación.
“Podría ser que el organismo ya no potencie a la primera dosis con la segunda y no se alcance la inmunidad de más del 90%. Los plazos no son por gusto y el alargarlo hacia las seis semanas no debería ser tomado como una opción”, dice.
La experta aconseja que, a diferencia del primer lote de vacunas (8.190), ahora se dividan las dosis de tal manera que todo el que sea vacunado tenga asegurado su refuerzo, en menos de tres semanas.
Bioseguridad y pruebas
Si bien la esperanza de hacerle frente a la pandemia se ha colocado sobre las vacunas, mientras sigan siendo escasas, “son una herramienta más”, comenta la infectóloga Saskya Lemus, quien señala la necesidad de esclarecer los plazos del plan de vacunación estatal para evitar dar falsas sensaciones de seguridad.
También indica que se debe reforzar el sistema de rastreo de casos, con la masificación de pruebas PCR, para seguir inculcando el uso correcto de mascarilla, el lavado de manos y distanciamiento, especialmente, en este periodo.