A las 16:00 del martes 19 ya ha llegado a la Fundación Casa Ronald McDonald el cargamento de víveres donados por la firma Super AKI. Mary Ayllón, María Murillo, Alba Pacheco, Johanna Palacios y Yadira Barzola están dedicadas a la selección de frutas y legumbres para el respectivo almacenaje o utilización en alguna comida para ellas y para otros parientes de quienes luchan contra el cáncer.
Super AKI envía insumos los martes en apoyo a la fundación, que provee de techo y alimento a familias con hijos asilados en el hospital de la Sociedad de Lucha contra el Cáncer (Solca).
“Tengo cama, comida, un sitio para lavar la ropa”, comenta Yadira Barzola, nativa del cantón Salinas, provincia de Santa Elena, cuyo hijo Iván, de 17 años, recibió un diagnóstico de leucemia, hace tres años.
Con el propósito de generar recursos para sostener la labor de la fundación, la cadena de restaurantes McDonald promueve el Gran Día solidario, que será mañana.
Los ciudadanos que se sirvan una hamburguesa Big Mac estarán donando el valor del producto a la Casa Ronald McDonald, esto es $5,95.
El cupón equivalente a ese valor ya puede comprarse en los locales, pero es válido solo para ese día.
Roxana Muñoz, directora de la fundación, señala que la campaña empezará a las 23:59 del jueves 21 y que concluirá a la misma hora del viernes 22.
“El año pasado se vendieron 33 000 hamburguesas, ahora la meta es 40 000”, menciona y agrega que en seis años de servicios, la Casa Ronald McDonald, que tiene capacidad para 32 niños y 32 adultos, ha favorecido a 150 000 personas.
Jorge Véliz y dos hijas están alojados el martes 19 en el establecimiento, en la habitación 16, que cuenta con literas.
Él comenta que la familia viene de Huaquillas (El Oro), que el hijo mayor, Jorge, de 8 años, lucha contra el cáncer desde hace tres.
Otra huésped es Alba Pachecho, abuela de Álex, de 15 años, que es otro luchador. Ella vive en Guayaquil como toda la familia del paciente, y señala que en la Casa Ronald McDonald tienen un segundo hogar, ya que ahí comparte con otros grupos familiares y entre todos se dan fuerza.
“Mi nieto es deportista, tuvieron que retirarle el ojo, tiene uno de vidrio que hay que cambiarle conforme crece la cavidad (ocular)”, expone Pachecho, quien con su hija, que es la mamá del adolescente, se turnan para el cuidado del paciente, asilado en Solca, situado en la ciudadela Atarazana. (I)
Fuente: El Universo