Como una amarga experiencia. Así califica Ángel Iza el proceso judicial de más de un año que le tocó pasar para obtener una parte de la liquidación que le correspondía.
Iza fue uno de los despedidos al inicio de la cuarentena por la pandemia COVID-19 en 2020. Trabajó para una empresa privada por 28 años.
Decidió luchar por su liquidación y lo hacía desde casa puesto que las audiencias se realizaban por vía telemática. Al final, como ninguna de las dos partes cedían, es decir, el trabajador ni el empleador, llegaron a un acuerdo.
Iza, de 57 años, no estaba del todo contento con ese resultado, pero prefirió aceptarlo por necesidad. “No nos hicieron tanta justicia. Yo trabajé por mucho tiempo y para lo que me dieron es injusto. No era lo correcto”, opina.
A Iza le deja un mal sabor esa experiencia con la Función Judicial. Dice que no se la desea a nadie.
“La justicia debe estar siempre, desde los jueces, pero es ahí donde empieza la corrupción y llega hasta la parte más baja. Se debe corregir ese desvío. En mi caso, como era una empresa grande, se sintió esa desventaja en el procedimiento”, expresa.
Este desánimo y desconfianza se ve reflejada en un estudio realizado por la encuestadora Click Report, que señala que el 83,19 % no está esperanzado en la justicia, pero sí el 16,81 %.
La desconfianza está más en Quito con 84,72 % y en Guayaquil con el 81,67 %, aunque la diferencia es poca. Las mujeres son las que más desconfían de la justicia con el 84,89 %, en comparación con los hombres con el 80,86 %.
Y es en el rango de 36 a 50 años que más desconfían con el 87,87 %. Le siguen aquellos entre 18 y 35 años con el 84,60 %. Aquí se encuentra Mariela Rojas, una ingeniera en contabilidad de 33 años. Ella ha estado también de cerca en esos procedimientos.
“Se puede ver que todos los procesos de la administración de justicia tienen algunos cuellos de botella los cuales hacen que los trámites demoren bastante para cualquiera de las personas que lo realizan. Creo que una de las formas de mejorar es exigiendo que la gente de allí tenga una preparación más alta, que estén constantemente capacitándose”, menciona.
Y quienes sienten menos desconfianza son los mayores de 51 años con el 66,33 %.