Florentina Zúñiga Pérez es maestra jubilada, tiene 69 años, es madre de 4 hijos: Carlos Andrés, Milton Manuel, Víctor Javier y Mónica Paola Castillo – Zúñiga.
Tiene 3 nietos, se jubiló hace 7 años, desde entonces se dedica a pasar tiempo, con sus hijos y nietos, una de sus actuales pasiones es viajar, ama conocer nuevas culturas y otros países.
“Es una tarea muy difícil, pero poniéndole ganas y con el amor que le he tenido a mis hijos, a mi hogar y a mi profesión como docente, pude salir adelante y me gusta mucho todo lo que he hecho, vivo, feliz y orgullosa de todo lo que he hecho, es difícil ser mamá a tiempo completo, pero no es imposible, es algo que se logra con amor y sacrificio”.
Se convirtió en madre a los 21 años, combinar la docencia y la maternidad fue una dura tarea, considera que hoy está cosechando lo que sembró con sus hijos que considera su mayor orgullo.
“Gracias a Dios todos mis hijos son profesionales, es un logro que se lo consiguió con el apoyo del padre de mis hijos, ellos le pusieron muchas ganas al estudio y con mucho esfuerzo y superación hemos logrado la superación de toda la familia”, nos comenta con emoción.
Sus primeros años de maestra fueron en la Escuela Melecio Zapata ubicado en el Recinto El Porvenir en la Parroquia Febres Cordero, en esos tiempos debía levantarse a las cuatro de la mañana para dejar haciendo el almuerzo a sus hijos, recuerda que debía estar en la parada del autobús a las 5 de la mañana para coger su asiento, tras dos horas de viaje en flota, debía caminar una hora más para llegar hasta la escuela y cumplir con su trabajo.
Zúñiga trabajó 18 años como Directora en la Escuela San José y sus últimos años de docencias los desempeñó en la Unidad Educativa Réplica Eugenio Espejo lugar dónde se jubiló.
Con mucho cariño recuerda que su hija Paola Castillo, propietaria del Restaurante La Sociedad, con sólo 8 años, le dijo que ya no quería que madrugue a cocinar y que ella se haría cargo de la cocina, con mucho temor le enseñó lo básico y con emoción nos comenta que desde entonces inicio una pasión que se convirtió en su medio de subsistencia.
“Desde entonces mi hija se hacía cargo de cocinar para sus hermanos, para mí una alegría tan grande, de todos modos, me daba temor que ella cocine, yo le dejaba adelantando algunas cosas y mis hermanas le daban vueltas también por cualquier cosa”, recuerda.
Florentina y sus hijos tienen como tradición celebrar el Día de las Madres un día después esto debido a que en los años de docencia siempre debían realizar homenaje a las madres y no podía pasar en casa junto a sus hijos, “por tradición el día de la madre lo celebramos una semana después, me acostumbre desde la escuela, ese día era un homenaje a las mamitas de la escuela, hacia fiestas en la barriada, siempre nos reuníamos después y allí celebrábamos”.
Ser madre para Florentina es la tarea más noble, “es algo incomparable, algo tan lindo, es una responsabilidad muy grande y muy linda, que uno la ejerce con el mayor cariño con la mayor comprensión y se siente regocijado, satisfecho, cuándo ve que la planta que usted sembró le dio un buen fruto y es lo que ha pasado en mi vida he cosechado a plenitud”, enfatiza. (I)