El manejo de monedas –ya no sucres sino dólares– fue lo más complicado en mercados, en los buses, en el campo. Un día como hoy –hace 20 años– se anunciaba en cadena nacional que Ecuador se dolarizaba. Se dispuso el canje de todos los sucres por dólares. La fecha tope era el 9 de septiembre de 2000.
Llegó el 8 y las monedas de 5 centavos se acabaron rápido en la terminal terrestre. En otros puntos solo había de 5 y de 10 centavos. Así lo reseñan notas de este Diario en esa época.
El Banco Central de Ecuador habilitó ventanillas y puntos de canje hasta en centros comerciales en las ciudades. Y a los sitios más alejados los dólares llegaron hasta en camiones repartidores de gaseosas. Ese detalle lo cuenta el ex gerente general de la institución, Miguel Dávila Castillo, en el artículo: ‘¿Cómo se hizo, en la práctica, la dolarización ecuatoriana?’.
“Establecimos una alianza estratégica con la empresa cuyo negocio principal consiste en llegar frecuentemente con su producto a todos los lugares del país: Coca Cola”, recuerda en su artículo publicado en enero del 2017 en la revista Polémika de la Universidad San Francisco de Quito.
Refiere que se establecieron rutas y cronogramas; la persona de Coca Cola que tomaba los pedidos le informaba al tendero que en el siguiente viaje de entrega del producto pasaría un equipo del Banco Central. El tendero se encargaba de reunir a la población para esa siguiente visita. Así, en la fecha acordada, en vehículos de la empresa o del Central, llegaban los equipos que primero daban una charla sobre las razones y ventajas de haber adoptado el dólar como moneda, luego les mostraban el manejo y seguridades de las nuevas monedas y billetes y hacían en canje de sucres por dólares. “La aplicación de este esquema fue efectiva”, indica.
Miles y miles de millones de sucres –tanto en billetes como en monedas– se quedaron en las billeteras, cajones, frascos… guardados, por decisión propia. Estos perdieron su valor nueve meses después del anuncio de la dolarización. Calcula que “no se presentó al canje equivalente a $10 millones, que corresponde seguramente a monedas y billetes que las personas quisieron conservar como recuerdo”.
Cada 25 000 sucres hacían un dólar, por lo que serían 250000 millones de sucres que nunca se canjearon.
En la conclusión del informe se explica que cada vez que una economía enfrenta una crisis seria, los agentes económicos buscan refugio en monedas o bienes. “Las personas y empresas más informadas a lo largo de 1998 y 1999 protegieron sus finanzas de manera más o menos adecuada. Esto no ocurrió con la mayoría de la población, ampliamente expuesta a los vaivenes de la economía en medio de la crisis”. En el país se vivía ya una dolarización informal, y “la formalización del uso del dólar fue un factor muy importante para proteger a la población más vulnerable. Eso explica la rápida y afectiva aceptación de la nueva unidad monetaria por parte de la mayoría de los ecuatorianos y su defensa” luego de estos años de vigencia.
Una encuesta realizada por Cedatos muestra cómo la población respalda la dolarización. En noviembre pasado, se consultó a los encuestados que si para superar la crisis económica la mejor medida sería salir de la dolarización y el 89,7 % consideró que no se debe salir de la dolarización «y apenas un 5,9 % brindó una respuesta positiva al respecto».
Ahora son 20 años, y Dávila sigue evaluando muy positivo ese cambio: “La dolarización permitió que mucha gente tenga acceso al crédito, que antes no tenía, y así acceso a bienes de consumo duradero: televisiones, refrigerados, aires acondicionados…, cosas que eran imposible comprar de contado, imposible comprar con tasas de interés como se cobraban en sucres, o reajustables como las que se cobraban con las unidades de valor constante que existían en aquella época, el dólar dio acceso a un mejor nivel de vida, permitió que los salarios mantengan su poder adquisitivo en el tiempo, y sin duda es lo que ha permitido que en estos momentos no seamos otra Venezuela de América Latina”.
Decisiones
Tras 20 años del anuncio de la dolarización, el exgerente del Banco Central, Miguel Dávila Castillo, dice que se estableció una cotización de canje lo más baja posible para que no se afecte la economía de los sectores vulnerables y que garantice que toda persona que se acercara con sus sucres recibiera su equivalente en dólares “y eso fue lo que hicimos”.
También menciona que hubo al menos tres equipos que realizaron análisis y estudios de la dolarización y que él participó en uno de ellos. (I)
Fuente: El Universo