Salió de los sembríos de palma africana y sorprendió a Jéssica Tatiana Zamora, de 23 años, quien se movilizaba por esa vía con su prima. Ambas iban en una moto luego de que la mujer dejara a su hija, de 7 años, en una escuela de la parroquia rural San Carlos de Quevedo.
El hombre la alcanzó por el cabello, la arrastró y de ahí le disparó en la cabeza. Luego huyó con el arma en la mano. De esta escena fue testigo Gabriela C., la prima de la víctima, quien con sus gritos de auxilio alertó a los comuneros. Estos a su vez dieron aviso a la Policía.
El cadáver de Jéssica quedó tendido en un tramo de la vía de tercer orden, en medio de un charco de sangre, a pocos metros de la casa donde vivía con sus padres y sus dos hijas, de 7 y 2 años.
La tragedia ocurrió cerca de las 09:00 de este jueves en el recinto Mopa, perteneciente al cantón Quinsaloma, en la provincia de Los Ríos.
Elementos especializados de la Policía Nacional, de la Dirección Nacional de Delitos Contra la Vida, Muertes Violentas, Desapariciones, Extorsión y Secuestros (Dinased) de Quevedo y de Criminalística de Ventanas llegaron al lugar para tomar las versiones de los testigos y levantar indicios, como las huellas en el sitio de los hechos.
Posterior a esto se realizó el levantamiento del cadáver, que fue trasladado hasta la morgue del cantón Ventanas.
Cuatro horas después, la Policía confirmó la muerte de Alejandro Martínez Litardo, de unos 20 años, quien sería el victimario de Jéssica, según la testigo. Su cuerpo fue hallado cerca de una hacienda tabacalera, situada metros más adelante de donde ocurrió el femicidio.
El hombre al parecer se suicidó, se indicó. Y antes de aquello dejó una carta en la que pedía perdón a los familiares de Jéssica.
Katherine Zamora, hermana de la víctima, contó que Jéssica tenía cerca de seis meses separada de Alejandro Martínez y que fueron constantes las amenazas de muerte que recibió su pariente por parte del exconviviente.
La víctima habría decidido alejarse por los constantes maltratos físicos y verbales que recibía, agregó.
“Mi hermana vivía en zozobra. Este hombre la seguía, la acosaba, hasta que logró su cometido, que era asesinarla. Estaba obsesionado”, narró entre lágrimas la mujer.
Jéssica había regresado a vivir con sus padres, buscando protección, pues anteriormente había denunciado al agresor, pero no continuó con el proceso judicial, mencionó Katherine.
El velatorio de Jéssica se cumple en la casa de sus padres, en el recinto Mopa de Quinsaloma. Su familia ahora pide justicia, pues dos niñas quedan en la orfandad.
En lo que va del 2019, en la provincia de Los Ríos, tres mujeres han sido asesinadas a manos de sus exconvivientes.
El primer caso se registró en Babahoyo; el segundo, en Vinces, y este último en Quinsaloma. En los dos primeros, los asesinos se encuentran detenidos y fueron sentenciados por el delito de femicidio. Ahora el involucrado murió. (I)
Fuente: El Universo