El hombre que la violenta es un perfecto manipulador que, en el inicio de la relación, se muestra equilibrado y totalmente encantador. Con el tiempo, logra convencer a la víctima de que es la culpable y que merece ese trato.
La dependencia emocional, la falta de autonomía, los antecedentes de violencia (como testigo) y el miedo son algunos de los factores que influyen en una mujer para que siga con su pareja a pesar de ser víctima de maltratos.
En América Latina y el Caribe hasta 2017, el 35% de mujeres sufrió violencia física o sexual, según datos de ONU Mujeres.
Una investigación realizada por el Centro Ecuatoriano para la Promoción y Acción de la Mujer (Cepam) identifica factores externos e internos que hacen que las féminas continúen con quien las violenta. Patricia Reyes, psicóloga y gestora de conocimiento del Cepam Guayaquil, explica que algunas soportan la violencia por amor y temor.
“Muchas mujeres tienen miedo de tomar alguna acción (denunciar) porque temen por su vida y la de sus hijos, pues consideran que la violencia será mayor”, destaca.
Entre los casos que ha tratado el organismo está el de aquellas víctimas de agresión que no denuncian al maltratador porque es el padre de sus hijos. “Ellas no reflexionan que el padre dejó de cumplir con su rol en el momento en que se generó la violencia”.
Reyes señala que cuando la
agredida denuncia, el agresor deja de asumir sus responsabilidades en el hogar,
es decir, no provee el sustento para sus hijos. Otro ejemplo que cita Reyes es
que la mujer a veces proviene de un hogar donde su madre fue maltratada y cree
que ese también debe ser su destino.
El qué dirán Un factor que incluso es determinante para que
la víctima siga conviviendo con su agresor, son las críticas que le hacen sus
allegados cuando decide separarse de su pareja o emprender acciones legales en
su contra.
Así lo explica Erika Escorza, asesora en Derechos Humanos. “La misma sociedad es cómplice, porque juzga a la mujer que se rebela contra el sistema patriarcal”. Escorza señala que la sociedad reacciona de esa forma por la falta de educación con perspectiva de género.
Además se evidencia una cadena que va desde el ámbito familiar, el funcionario que recepta la denuncia por agresión, la falta de acompañamiento para el debido proceso y finalmente se llega a la impunidad.
“No podemos hablar de educación progresiva sino inmediata. Creo que debemos hablar de vulneración de derechos humanos ya que es un fenómeno que crece rápido”, enfatiza.
Dice que el Estado debe actuar con énfasis en este tipo de casos, pues el tratamiento a la violencia de género se lo ve con “normalidad” y se “legitima a los violadores”. Gioconda Herrera, catedrática del departamento de Sociología y Estudios de Género de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), identifica dicha situación como un “problema estructural que tiene que ver con la dominación masculina sobre el cuerpo de las mujeres y sus vidas”.
Además, según Herrera, está el factor económico, la presión social de sectores conservadores y los factores psicológicos, en temas relacionados al miedo e inseguridad para tomar decisiones. “Hay que entenderlo en ese contexto porque es una opresión general de construcción social que provoca en las mujeres respuestas en contra de su condición”. Señala que en la sociedad, la ciudadanía debe cambiar el concepto de identificar a un maltratador, ya que este puede provenir de cualquier entorno social.
“Hay que combatir la idea de
que existe un perfil del agresor o violador; no es un tema privado sino
producto de la sociedad y el Estado tiene que atenderlo con políticas públicas”.
Fuente: El Telégrafo