La falta de espacio y de camillas en los hospitales públicos y del Seguro Social retrasan el trabajo de ambulancias en Ecuador. Un paciente puede “pasear” una hora para conseguir una casa de salud que lo reciba o estar en una camilla de una ambulancia hasta por 18 horas, según Martín Cucalón, primer jefe del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil.
A esto se suma un déficit de automotores de auxilio médico, el irrespeto vial, falsas llamadas y que la ciudadanía no sepa identificar una emergencia que necesite de una ambulancia.
“En Guayaquil hay gran cantidad de personas en situación de indigencia y hay ciudadanos que piden ambulancia cuando ven que ellos (indigentes) están acostados en el suelo, pero solo están dormidos. También cuando llegamos a una casa de salud no nos reciben pacientes por falta de espacio o los tenemos que dejar en nuestra camilla”, dice Ruth Díaz, tecnóloga en emergencias de la Cruz Roja Guayas.
Esto representa perder una ambulancia por un tiempo determinado dejando de atender a otros ciudadanos.
Nancy Salcedo comenta que su madre tuvo que esperar más de treinta minutos “tirada en el suelo con una herida en la cabeza” luego de ser atropellada por un auto en febrero de este año en el sector de la Floresta 1, sur de Guayaquil.
Aunque hay casos donde la ayuda llega de forma oportuna. El lunes pasado la ambulancia del cuartel 1 del Cuerpo de Bomberos de Guayaquil atendió a un ciudadano que se desmayó en la vía pública debido a un ataque de epilepsia.
Ocho minutos fue el tiempo de respuesta, pero pudo ser menos si vehículos y camiones hubiesen dado paso más rápido a la ambulancia. Si bien en el trayecto, que fue relativamente corto, varios automotores trataban de abrirse del camino, otros ignoraban al carro de urgencias.
Ya en la escena, el personal médico atendió a un hombre, que luego se conocería que era extranjero. Después de recibir los primeros auxilios fue trasladado a un centro tipo C del Ministerio de Salud Pública (MSP) en la Martha de Roldós. El panorama con los conductores de autos fue el mismo.
Según el artículo 390 del Código Orgánico Integral Penal (COIP), el conductor de vehículos a motor que, ante las señales de alarma o toque de sirena de un vehículo de emergencia, no deje la vía libre, será sancionado con multa equivalente al 15 % de un salario básico y la reducción de 4,5 puntos en su licencia de conducir.
A pesar de que es sancionado “no existe un respeto por parte de los conductores a las ambulancias. Siempre hay el sabido que se ubica atrás (para ir más rápido) y eso puede causar un accidente ya que la ambulancia puede frenar rápido y el auto se le va encima”, dice Cucalón.
Este tipo de situaciones retrasa la ayuda médica a un paciente y puede complicar su cuadro clínico, agrega.
El Servicio Integrado de Seguridad ECU911 articula, a través de sus operadores, un total de 568 ambulancias pertenecientes al MSP, Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS), Cuerpo de Bomberos y Cruz Roja en todo el Ecuador.
Juan Zapata, director general del ECU911, reconoce que no disponen de un número idóneo de ambulancias para atender todas las emergencias.
“Nosotros despachamos el recurso (ambulancia) conforme a la disponibilidad que se tiene para que vaya al punto donde se lo requiere. (…) Si usted tiene en una ciudad doce ambulancias, pero se dan 20 procedimientos al mismo tiempo, obviamente esto va a generar un retraso en el tiempo de la respuesta”, afirma.
En 2018, el ECU911 tuvo 12,3 millones de llamadas de las cuales seis millones (casi el 50 %) fueron mal uso de la línea. De la otra mitad, el 70 % fueron para atender casos de seguridad ciudadana. El 18 % fueron llamadas para solicitar una ambulancia y el restante 12 % por otras causas.
Existen tres etapas para la articulación de los vehículos de emergencia: recepción de las llamadas, enviar el requerimiento hacia la institución que tenga el recurso disponible, y el despacho de la ambulancia hacia el sitio.
Zapata afirma que actualmente están aplicando un plan piloto en Quito para bajar el tiempo en la primera etapa.
“Estamos evitando decir ‘ECU911, ¿cuál es su emergencia?’, sino preguntar directamente ¿cuál es la emergencia? Queremos que el primer momento sea menos de un minuto para despachar más rápido la ambulancia”, señala.
El tiempo de respuesta, según Zapata, no debe pasar los doce minutos. También hace hincapié en el mal uso de las llamadas. Sostiene que ha habido casos donde se envía una ambulancia a una supuesta emergencia, pero al llegar al sitio se dan cuenta de que no es real.
“Es un desperdicio de recursos y se ha perdido tiempo. Un ciudadano en Cuenca cayó detenido porque informó un accidente de tránsito con heridos. Enviamos patrulleros de tránsito y dos ambulancias, pero el reporte era falso”, cuenta.
El artículo 396 del COIP castiga con un mínimo de 15 y un máximo de 30 días de prisión a las personas que hagan llamadas falsas al ECU911.
Sin embargo, Cucalón recalca varios de los problemas que existen en los hospitales públicos y del IESS.
“Una de nuestras ambulancias atiende a un accidentado, en vía a la costa, con una rotura de fémur expuesta. Ese paciente no puede ir al hospital del IESS de Los Ceibos (el más cercano) porque no atiende ese tipo de emergencias y tiene que ser llevado al (hospital) Teodoro Maldonado (en el sur). Cruzamos la ciudad”, dice.
Añade que la falta de espacio en los hospitales públicos y del Seguro Social obliga al paciente a estar “más de una hora” en la ambulancia hasta buscar la casa de salud que lo reciba. Lo que, además, representa perder un vehículo de emergencia por un tiempo determinado dejando de atender a otros ciudadanos.
“Hay otra problemática. Llevamos a un paciente a un hospital (público o del IESS) y resulta que el paciente se queda en nuestra camilla hasta 18 horas porque la casa de salud no tiene una camilla disponible”, revela Cucalón.
Otro de los problemas que retrasa la llegada de una ambulancia son los errores que cometen, al describir direcciones, las personas que reportan las urgencias, según Alexis Balladares, responsable de capacitación y emergencias médicas de la Cruz Roja en Guayas.
“El ciudadano en la desesperación de querer una ambulancia a veces da mal la ubicación, no concuerdan las calles. Tampoco da un buen punto de referencia porque es imposible que el conductor se conozca todas las calles, pero si se le dice que hay cerca un restaurante o un centro comercial de seguro llegaremos más rápido”, dice.
Sobre el tema, Zapata indica que están trabajando en un plan para mejorar la precisión de las direcciones: “Queremos trabajar en la geolocalización (a través de teléfonos móviles), ya que la persona que llama demora mucho en decir dónde está ocurriendo la emergencia o se equivoca en las referencias”.
Balladares afirma que la ciudadanía también debe valorar el servicio que dan las ambulancias y saber identificar una emergencia real para no movilizar valiosos y escasos recursos de manera innecesaria.
“Reportan cortes en las manos como que si fueran desprendimientos de dedos, pero cuando llegamos es un corte que con alcohol y una curita bastaría y sobraría. No todo incidente requiere una ambulancia. Hay situaciones donde el paciente con ayuda de un familiar puede ir en un taxi o auto particular a una casa asistencial. Las ambulancias deben ser para casos graves”, indica.
Al irrespeto vial que sufren los conductores de las ambulancias se suman los perjuicios que genera la delincuencia común que trata de aprovechar situaciones de emergencia.
Tanto el chofer y el paramédico de un vehículo de emergencia no solo deben preocuparse por la salud de la persona herida o enferma, sino de que no les roben los implementos médicos, ya que tienen costos elevados y luego son revendidos en el mercado negro local.
Según el artículo 202 del COIP, la persona que oculte, custodie, guarde, transporte, venda o transfiera la tenencia, en todo o en parte, de bienes muebles, cosas o semovientes conociendo que son producto de hurto, robo o abigeato será sancionada con pena privativa de libertad que va desde los seis meses hasta los dos años. (I)
Fuente: El Universo