Es amarillo durante la mayor parte del día y rojo al atardecer. Estas serán las típicas respuestas ante la pregunta sobre de qué color es el Sol, nuestra estrella más cercana y centro de nuestro sistema planetario; incluso un tema musical de un popular equipo de fútbol ecuatoriano dice «Amarillo como el Sol / fue siempre tu color…«.
Pero el color amarillo característico del Sol es solo una ilusión, pues en realidad es blanco.
La forma para comprobar el verdadero color del gigante caliente es viajando al espacio. Con la ayuda de un prisma se podrá notar cómo la luz solar se puede dividir en el espectro de sus colores: rojo, naranja, amarillo, verde, azul, índigo y violeta. Cuando se mezclan todos esos colores se obtiene el blanco.
Sin embargo, en la Tierra, la atmósfera filtra gran parte del espectro de luz ‘frío’, dejando en cambio los colores más cálidos visibles para los humanos. La luz azul filtrada se refracta de las moléculas atmosféricas, causando la apariencia azul de nuestro cielo.
Durante las horas de salida y puesta del Sol, los colores de este parecen más cálidos de lo habitual, lo que resulta en naranja o rojo en lugar de amarillo. Esto se debe al ángulo de la luz solar y al hecho de que necesita atravesar más moléculas atmosféricas para alcanzarlo. (I)