A simple vista personalidades como George Clooney, Sylvester Stallone, Katie Holmes, Pierce Brosnan, Laura Zapata o Angelina Jolie lucen perfectos y nadie creería que en algún momento de sus vidas sufrieron de la enfermedad de Bell, conocida como parálisis facial.
En el medio local personajes como Rocío Serrano, Nino Touma y, el más reciente, el joven cantante Maykel también se han visto afectados por este mal que –según especialistas– afecta a buena parte de la población mundial sin distinción de edad o sexo. Este síndrome interrumpe la función del nervio facial, provocando una pérdida total o parcial de los movimientos voluntarios, reflejos y automáticos del rostro de una persona.
No están claros los factores que conducen a una parálisis facial, pero a menudo se relacionan con la exposición a una infección viral, refiere el neurólogo Roberto Morales. “Aftas y herpes genital, varicela, culebrilla, mononucleosis infecciosa, infecciones por citomegalovirus, enfermedades respiratorias (adenovirus), rubéola, paperas, influenza B, enfermedad de manos, pies y boca (coxsackievirus) son algunas de las enfermedades que en mi experiencia he visto que causan la parálisis de Bell”, señala.
Explica que la parálisis de Bell, que debe su nombre a Charles Bell, el anatomista y cirujano del siglo XIX que fue héroe de la batalla de Waterloo y quien descubrió la función del nervio facial, es temporal y con un tratamiento adecuado las secuelas serán mínimas.
Por su parte, Rosario Vélez apunta que se debe diferenciar la parálisis entre un niño (son comunes los casos) y un adulto, pues sus causas, así como su tratamiento podrían variar. “Si es un niño o sobre todo un neonato, uno piensa que es algo congénito, o sea que nació con eso, y si estamos hablando de algo congénito entonces se asume que es una malformación o una teratogenicidad, que quiere decir que la mamá se expuso a alguna sustancia que es dañina para el desarrollo del feto y por eso le provoca”, indica la neuróloga pediatra del Hospital Roberto Gilbert.
Ambos especialistas coinciden en que otras enfermedades, como un accidente cerebrovascular, la enfermedad de Lyme y tumores, también pueden causar debilidad muscular, que se puede confundir con la parálisis de Bell, de allí que se debe estar alerta y acudir de inmediato a un médico.
Y si no queda claro el origen de sus síntomas, dice Vélez, es posible que el médico recomiende otras pruebas como electromiografía (mide la actividad eléctrica de un músculo en respuesta) y exploraciones de diagnóstico por imágenes (resonancia magnética o tomografía computarizada).
El aspecto emocional también es importante cuando una persona se ve afectada por la parálisis de Bell, dice Rosa Elena Cepeda, neuropsicóloga. “El rostro es nuestra primera imagen, nuestra presentación hacia los otros y al verse cambiado este esquema nuestra imagen pierde el sentido que tenía… Entonces no solo es la lucha interna por lo que nos ocurre y adaptarnos a este nuevo hecho, sino cómo los demás reaccionan ante lo que nos pasa”. Añade que “aunque se dé el restablecimiento total, si no hay esa satisfacción personal y recobro de lo ‘normal’, la persona puede pasarse toda la vida en espera de la recuperación total”. (I)