Los 11 muertos el sábado en el tiroteo en una sinagoga de Pittsburgh fueron identificados y sus familias notificadas, dijeron las autoridades este domingo.
«Tras una difícil labor de los forenses, las 11 víctimas fueron identificadas y luego se notificó a las familias», dijo Robert Jones, agente del FBI a cargo de la investigación, en una conferencia de prensa.
Entre las víctimas, con edades entre 54 y 97 años, figuran una pareja y dos hermanos, precisó por su lado Karl Williams, jefe del equipo médico, en la conferencia.
Mientras Estados Unidos intentaba comenzar el duelo por la masacre consumada el sábado en una sinagoga de la ciudad de Pittsburg, Pensilvania, el fiscal de la investigación informó que el atacante, Robert Gregory Bowers, comparecerá este lunes ante un juez y será acusado de 29 cargos, lo que podría culminar en la pena de muerte.
«Once cargos por asesinato de personas que estaban ejercitando su derecho a la libertad de credo y once cargos por uso de arma de fuego para cometer asesinato; todos estos cargos pueden ser castigados con la muerte», explicó el fiscal federal Scott Brady en una rueda de prensa.
«Nada hace creer que alguien estuviera colaborando con él, por lo que lo estamos tratando como un crimen de odio, pero seguimos investigando», agregó.
El sábado a la mañana Bowers, un hombre de 46 años cuyo único antecedente judicial era una multa de tránsito en 2015, irrumpió en la sinagoga de la Congregación del Árbol de la Vida, en la ciudad de Pittsburgh, y disparó indiscriminadamente a todos los fieles que celebraran el Shabat, el día sagrado de la religión judía.
Mató a ocho hombres y tres mujeres de entre 54 y 97 años, y fue detenido y herido poco después por la Policía. Bowers seguía este domingo internado, pero el fiscal Brady informó que mañana estará en condiciones de ir a tribunales.
Recordados este domingo por la Congregación del Arbol de la Vida como «guardianes de su fe», las víctimas eran personas conocidas y apreciadas en la comunidad judía local.
Es el caso de David Rosenthal (54 años) y su hermano Cecil Rosenthal (59), quienes acostumbraban entregar a los fieles el libro de oraciones con la página abierta en el rezo del día. Los hermanos Rosenthal eran «shomerim», personas observantes que están casi siempre en la sinagoga como custodios de la tradición religiosa. Ambos hermanos tenían problemas de discapacidad pero eran muy sociables, pasaban sus días en el cercano Centro Comunitario Judío. Eran muy populares entre la comunidad local
Entre las víctimas, murió un matrimonio mayor, Bernice y Sylan Simon (de 84 y 86 años), domiciliados en Wilkinsburg, un suburbio en las afueras de Pittsburgh. Otro de los muertos era un dentista de 65 años, Richard Gottfried, reconocido por sus obras de caridad y su observancia religiosa. El dentista Gottfried atendía pacientes pobres gratuitamente en el Centro de Salud Squirrell Hill , entre ellos abundaban los inmigrantes y refugiados extranjeros. En la lista de víctimas hay que incluir a Daniel Stein, un abuelo de 71 años, quien vivía a pocos metros de la sinagoga. También eran vecinos los ancianos Rose Mallinger (97) y Melvin Wax (88). Finalmente, los nombres de Joyce Fienberg (75), Irving Younger (69) y Jerry Rabinowitz (66) completan el listado de víctimas difundido este domingo.
Según la acusación formal, cuando la policía lo arrinconó, Bowers gritó: «Los judíos están cometiendo un genocidio: deben morir todos».
Al mismo tiempo que se comenzaba a conocer el perfil de Bowers, el fiscal federal confirmó que se trató de un ataque antisemita.
Bowers tenía una cuenta en la red social Gab, conocida por su defensa extrema a la libertad de expresión y permitir discursos xenófobos de todo tipo. En su biografía, aseguraba: «Los judíos son los hijos de Satán».
En sus posteos en Gab, Bowers publicaba todo tipo de expresiones e insultos antisemitas, pero nunca estuvo en el ojo de la Policía.
No tenía antecedentes penales y, por eso, pudo acumular 21 armas registradas a su nombre en su casa, según informó el congresista de Pensilvania Mike Doyle.
La masacre en la sinagoga generó un repudio generalizado en el país y en todo el mundo.
Luego de calificar la masacre como «un diabólico ataque antisemita», el presidente estadounidense, Donald Trump, ordenó colocar las banderas a media asta en los edificios federales en señal de duelo nacional.
La masacre relanzó la discusión sobre el control de armas -un debate que el gobierno de Trump que ha evitado tras cada tiroteo masivo- y, por otro lado, reactivó las críticas que acusan al presidente de alimentar un discurso de odio contra la oposición, las minorías y todos aquellos que lo cuestionan.
Mientras más se acercan las elecciones de medio término del próximo 6 de noviembre, más se crispa el clima político en Estados Unidos.
El ataque a la sinagoga sucedió apenas un día después de que el FBI arrestara a un hombre en Florida por el envío por correo de bombas a importantes dirigentes de la oposición demócrata y críticos del gobierno de Trump.
Como Bowers, el sospechoso, Cesar Sayoc Jr, posteaba en las redes sociales con toda libertad mensajes violentos, muchas veces en la misma línea de los discursos del presidente Trump.
Fuente: EFE