Guaranda.- Los damnificados del sector rural claman por ayuda para reconstruir sus viviendas, que en su mayoría son de caña. En la zona urbana ya se decidió arreglar las casas patrimoniales.
A estas personas, que en su mayoría se dedican a la agricultura o laboran como jornaleros en laderas y sectores de difícil acceso, se les entregó colchas, agua y carpas. Todos los días a las 18:00, Lucila Aguayza reza con fervor a sus santos predilectos.
Enciende unas velas y pide que la tierra no vuelva a temblar en su natal Chillanes, cantón de la provincia de Bolívar, que resultó ser el más afectado tras el sismo 6.5 del pasado 6 de septiembre. Lucila habla rápido y mueve las manos casi al mismo ritmo que sus palabras. No puede controlar los nervios al recordar cómo la casa heredada de su padre se estremeció aquella noche.
La mujer, de 56 años de edad, escuchó los vidrios vibrar y caer al piso mientras bajaba la escalera de la mano de su esposo e hijo. La puerta principal se trabó, no había salida a la calle, el fluido eléctrico se cortó y en la oscuridad el único camino fue ir al patio donde parte de la pared de tapial se desprendió amenazando la vida de la familia.
La casa, ubicada al frente del parque central, está considerada como patrimonio cultural del cantón y será reparada por las autoridades; lo que es un alivio para la economía de la familia.
En cambio Héctor Hernán Quinatoa sigue pagando los $ 4.000 que pidió prestado hace un año a una entidad bancaria para edificar lo que hasta el 6 de septiembre fue su casa de construcción mixta en el sector de Loma de Pacai de Guacalgoto.
En esta zona rural de Chillanes, viven alrededor de 68 personas. El hombre, de 27 años, apura el trabajo y coloca plástico negro para evitar la humedad de la neblina, el viento frío y que las plagas ingresen a la casa, donde su pequeño vástago de dos años juega cerca de una ladera. Quinatoa recibió platos, botellas con agua y mantas por parte del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), Gestión de Riesgos, alcaldía, bomberos. Pero ninguna de esas entidades le comunicó lo que deseaba oír: ayuda económica para reconstruir su casa. (I)
Fuente: El Telégrafo